Cuando nosotras éramos niñas, tomar leche y consumir lácteos era visto como algo muy saludable, y resultaba casi impensable quitarlos de la dieta cotidiana. En la actualidad, la polémica en torno a este grupo de alimentos se ha instalado en nuestras sociedades, y hay quienes ya no los consumen, como los veganos y otras personas que creen que son perjudiciales para la salud, sin llegar a tener una reducción drástica en la variación de su alimentación diaria. Los lácteos están en la mira de estudios tanto de nutricionistas como de médicos, y se ha tejido a su alrededor un sinfín de mitos. Intentaremos aclarar algunos de ellos.

• LA LECHE ES LA MEJOR FUENTE DE CALCIO.
Los lácteos no son la mejor -y mucho menos la única- fuente de calcio para nuestro organismo. Algunos vegetales de hoja verde, los frutos secos (especialmente las almendras), la avena y la soja son alimentos ricos en calcio que incluso pueden contenerlo en más cantidad que la leche. Por ejemplo, una porción de semillas de sésamo tiene más calcio que un vaso de leche fresca.

• LOS QUESOS BLANCOS SON BAJOS EN CALORÍAS.
Esto tampoco es cierto totalmente. Existen quesos blancos con mucha sal que contienen también alta cantidad de calorías, y en general este tipo de queso aporta grasas, por lo cual no es una buena alternativa si se quiere elegir algo light. Se podría pensar en el requesón como una buena opción, pero es sabido que no es muy sabroso para consumir solo.

• SIN LÁCTEOS NO SE PUEDE TENER UN CRECIMIENTO SALUDABLE.
Actualmente está comprobado que se puede vivir sin lácteos, prescindir de ellos completamente llevando una dieta adecuada que nos aporte calcio y vitaminas de otros alimentos que no incluyan la leche y sus derivados, aunque éstos sí son fuente de nutrientes importantes.

La inclusión o no de los lácteos en la dieta cotidiana se basa hoy en la elección que cada uno haga en la forma de organizar sus ingestas, y también en un seguimiento de lo que la ciencia siga determinando con respecto a este grupo de alimentos.