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Nacho Cardozo - C 1080

El barrio en el corazón

Cardozo en el desfile inaugural donde C 1080 ganó el primer premio. Foto: Montevideo Portal I Juan Manuel López.

Nacho Cardozo vuelve a las tablas del Carnaval de la mano de C 1080 y un espectáculo homenaje a Carlos Páez Vilaró. El artista explicó a Montevideo Portal la decisión de su regreso y el proceso de elaboración de una propuesta que lo entusiasmó y en la que había que ser muy sutil, "para no caer en el melodrama".

“Vilaró según Carlos" es el título del espectáculo que lleva adelante este Carnaval la comparsa C 1080. Hace unos años el conjunto ya había recorrido la obra del artista, pero dado su fallecimiento en el 2014, la gente de Cuareim se vio en la obligación de hacer un homenaje, encarando la historia desde otro lado.

Ignacio "Nacho" Cardozo aceptó no solo ser uno de los coreógrafos del espectáculo sino que también subirá al escenario con la comparsa de su barrio, ya que la propuesta lo "movilizó", además de poder seguir disfrutando de una cuerda de tambores que define como "escalofriante".

- Hay un cuadro que realiza la comparsa que recrea una parte muy importante de la vida de Páez Vilaró referida a la montaña y que se perfila como uno de los momentos más fuertes. ¿Cómo fue el trabajo para llegar a eso?
Es muy especial, porque evidentemente cuando uno intenta hablar de su vida habla de un artista y de un ser humano que tuvo una historia muy particular. Además, [fue] un uruguayo muy particular, que recorrió el mundo. Algo impensado que años atrás un uruguayo conociera la gente y los lugares que conoció. Hoy mirás su obra, su Casapueblo, y no lo podés creer, porque empezó con una cosita y se fue agrandando y agrandando. Y yo, que tengo 58 años, tengo grabado el momento en que él dijo que su hijo estaba vivo en la cordillera de Los Andes. No existían los teléfonos celulares ni nada de eso. Él se entera que había sobrevivientes y le dan una lista que empieza a leer sin saber si su hijo estaba vivo. Y va leyendo de a uno hasta que llega a Carlitos Páez y agrega: "Mi hijo". Esa emoción, esos setenta y pico de días que vivieron los muchachos en Los Andes... hay un capítulo en la vida de Carlos que evidentemente tenía que estar. Había que encontrar la forma de no caer en lo fácil, en el melodrama, y de tampoco meternos demasiado en la historia. Historia que también en Carnaval fue contada, que la gente en Carnaval conoce y por eso había que ser muy sutil. Creo que ahí el trabajo de las coreógrafas ha sido fantástico y que la unión entre bailarinas y cuerdas hace uno de los grandes momentos del espectáculo.

- Es el año de tu regreso al concurso de Carnaval. ¿Qué te atrapó para volver y trabajar con C1080?
Es el cuarto año de mi relación con la comparsa. Es la comparsa del barrio. Yo vivo en Cuareim 1080, me doy el lujo de decirlo. Es muy gracioso, porque el complejo tiene dos entradas, una por la calle Durazno y otra por la calle Cuareim. Yo por donde estoy debo decir que vivo en Durazno 1236, pero si yo quisiera también podría entrar por Cuareim 1080 al edificio. Primero que nada es una felicidad volver a estar con la gente con la que todo el tiempo me digo "Buen día, buenas noches". Con la que me veo en el súper, en la carnicería, en la esquina. Con la que te pasan las cosas del barrio, que es como muy distinto. Mis experiencias anteriores en comparsas han sido con Kanela, un año saliendo en el concurso y varios más saliendo en las Llamadas. Esta tiene un sabor especial. Sin lugar a dudas, el homenaje a Páez fue lo que más me movilizó. El año pasado, el haber desfilado al lado de él casi todo el tiempo, disfrutarlo plenamente durante buena parte de las Llamadas hasta Ejido... Este homenaje fue el que me decidió, más la invitación de Mathías [Silva] que me dijo: "¿Por qué este año no te subís?". Fue una doble invitación, porque este año yo empecé a trabajar como coreógrafo de algunos cuadros. Me parece que están muy lindos, modestia aparte, así como toda la comparsa está bárbara. Tenemos gente que súper baila, tenemos gente que no. Gente con escuela, gente con pocos conocimientos. Hay como de todo y lo que había que lograr justamente era eso, emparejar. Una cosa como de unificación.

- ¿Y la motivación principal para decidirte a subir al escenario?
La propuesta en sí y algo que con mucho respeto tratamos de plantear. Había un momento en el homenaje en que Páez tenía que aparecer sí o sí, y yo voy a pegar como un intentón de ser un Páez escultor y un Páez pintor. No voy a intentar de ninguna manera querer personificarlo como era él, porque si no entraríamos en la parodia, pero sí vamos a tomar elementos esenciales de lo que fue su figura y de lo que lo hemos visto, de cómo se vestía cuando pintaba o esculpía. Hemos estudiado mucho y nos hemos informado mucho sobre cuál era su vinculación directa con la pintura, con el candombe. Entonces lo que voy a intentar es hacer como un atisbo, una recreación de lo que fue su maravillosa figura.

- ¿Cómo es la concepción del espectáculo de una comparsa en general y en especial de esta, acompañado de técnicos de renombre y con una apuesta tan particular?
Es muy difícil ensayar donde hay tanta gente. Tanta gente andando y tanta gente hablando. Y tanta gente distinta, porque están los músicos -que ensayan por su lado-, los cantantes, los bailarines, las bailarinas, los personajes típicos... y después hay que arrancar. Pero es muy entusiasmante saber que estás en un proyecto con Hugo Fattoruso, que compone la música, con Marcel Keoroglián, que escribe las letras, que vamos a tratar de defender el primer premio de las Llamadas del año pasado. Todo eso te hace sentirte fenómeno de querer participar. En lo que tiene que ver con lo que hago arriba del escenario me integré más adelante, con las coreografías sí empezamos en el galpón a fines de octubre. Eso es lo que entusiasma: la cantidad de personas, la cantidad de talento.

- ¿De qué manera definirías a la cuerda de tambores de Cuareim?
Escalofriante... en cada ensayo es escalofriante. Y además yo disfruto de la cuerda cada domingo. No te olvides que acá todos los domingos se sale, se hacen unas cuadras, se para y después vuelven. Después también hay fechas maravillosas como la del 6 de enero, como la del Día del Candombe, el Día de la Madre. Muchos días especiales en los que también se sale y yo tengo el placer de poder salir a bailar con esa cuerda que la siento en el alma. Se te mete desde los talones, es fantástico.

Luis Silva I Montevideo Portal

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