Contenido creado por Martín Otheguy
Locales

El verbo ser y hacer

La imagen de Mujica a nivel internacional: análisis

¿Qué ha significado para Uruguay a nivel de imagen José Mujica y qué pierde con su partida? Hablamos con el semiólogo Washington Silveira sobre lo que deja como símbolo y el porqué de su mayor popularidad fuera del país: "es más fácil admirar la retórica que soportar la política".

28.01.2015 10:01

Lectura: 9'

2015-01-28T10:01:00-03:00
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José Mujica ha adquirido un estatus internacional que en los años de su gobierno hizo que la atención de buena parte del mundo se fijara en nuestro país. No sólo por algunas de las leyes promulgadas durante su administración -en especial la regulación de la marihuana- sino especialmente por haberse constituido en una rara avis de la política internacional y un personaje curioso para la mirada externa. Mujica fue el "presidente viral", conocido en todas partes del mundo en principio por su fama de "presidente más pobre" del planeta, sus discursos humanistas en cumbres internacionales y las salidas de protocolo.

A tal punto influyó su imagen internacional y su popularidad fuera de fronteras que el subsecretario de Turismo, Antonio Carámbula, afirmó a Montevideo Portal semanas atrás que Mujica fue la "marca país" de Uruguay en los últimos años, una "locomotora de conocimiento del país en el exterior".

Ya a punto de dejar su cargo presidencial, ¿cómo influyó la imagen de Mujica a nivel internacional para el país? ¿Por qué su figura adquirió tanta relevancia internacional y qué simboliza para otros países? Al respecto hablamos con el perito semiólogo Washington Silveira.

A nivel de imagen, ¿qué pierde Uruguay con la partida de Mujica?

Quisiera creer que con la partida de Mujica no perdemos, sino que ganamos la necesidad del ejemplo y de pensar en el alcance de sus mensajes y de sus reflexiones. Quisiera creer que mas allá de las contradicciones dialécticas, de las que casi todos somos rehenes -y de las que Mujica no pudo escapar- hay cosas mucho más importantes que tomar en cuenta a la hora de escoger a los conductores de naciones. Mujica ha sido diferente a cualquier presidente que haya habido en Uruguay y probablemente en el mundo contemporáneo. Rompió la matriz generadora de la imagen política a la que nos han acostumbrado los medios, cuando nos exhiben presidentes y cumbres de autoridades. Mujica, "el diferente", el que vive en una granja sin dejar sus costumbres de lado, el que no se la creyó ni se mareó con el poder, el que sabe su ascendencia pero no la ostenta, el que prescinde de lo suntuario y hasta del abultado salario del primer mandatario; capaz de sentarse en cualquier boliche a conversar con un amigo, olvidándose de que es el presidente y un referente en el mundo actual. Mujica, sí, el que aparecía en diarios de la década del 60 como un "conocido delincuente común", en plena gestación y desarrollo de un movimiento guerrillero al cual abrazó con esperanzas utópicas de un mundo más justo.

Mujica, el que reconoció haberse equivocado, el que comprendió, desde la soledad del calabozo y del pozo que emulaba su sepultura; el que venció rencores y nos enseña que hay que amar la vida, el que nos ha hecho conmover a muchos -desde sus palabras o gestos- ya casi despidiéndose de su peregrinar por el mundo de las quimeras. Quisiera pensar que nos ha legado la importancia de la sencillez en el vivir y la grandiosidad del ser interior que puede habitar en nosotros, que se puede llegar a lo más alto sin importar las condiciones previas de nuestra vida, que la vanidad es banalidad, que solo se necesita creer en nuestros propósitos y en la justicia que los legitima. ¿Qué pierde Uruguay? Si no captamos nada de todo eso que significa Mujica, entonces no perdemos nada ni hemos aprendido nada.

 ¿Cómo se explica la tremenda imagen internacional que obtuvo Mujica en el exterior, que quizá no es valorada igual en el país?

El mundo actual es un mundo de contrastes, pero cuando ese contraste se da al más alto nivel político puede sorprender a los estereotipos del poder. La imagen internacional de Mujica es una deconstrucción del imaginario colectivo. Como toda deconstrucción debe pagar el precio de sus contradicciones. Solo hay dos alternativas: admiración o desprecio. Mujica crece en su imagen porque sorprende, y sorprende porque rompe estereotipos y convenciones. Sus argumentos son emocionales y racionales, conflictivos y conciliadores, irreverentes y realistas, cuestionables y atendibles. Mujica lo sabe y hace convivir en su discurso la contradicción y la búsqueda de alternativas del hombre contemporáneo. Y de alguna manera ello se percibe. Sin saberlo, es un enemigo del otricidio, quizás porque percibe que la otredad se suicida cuando le odian y no requiere el esfuerzo de una contienda. Se ha dedicado más a difundir pensamiento que a resolver diatribas. Y ello le ha dado sus frutos. Tal vez, porque siendo tan diferente a lo que nos acostumbra el escenario político del mundo actual, no queda otra que admirarle por su deserción de la política clásica, tradicional y aburrida que nunca acaba de recorrer el camino entre la modernidad y la posmodernidad.

¿Por qué en Uruguay no se le valora de la misma manera que en el exterior? Sencillo, es más fácil admirar la retórica que soportar la política. Sin embargo, Mujica no pudo hacer ni por asomo lo que pretendía. Sus concepciones no tuvieron el correlato de las realizaciones, tuvo trabas desde el mismo seno de su "fuerza política" y el Frente, a todas luces, no es "El Pepe". Mujica puede despertar simpatías fuera y dentro del país, pero el universo político dentro del que debía moverse para ejercer el poder no le hizo eco. En este sentido, también puede pensarse que tal vez no estamos preparados para decodificar lo diferente, lo removedor, en el contexto de su aparición, aun cuando sea un producto de nuestras propias decisiones u omisiones. Creo que se trata de una inmadurez sociocultural en constante justificación de sí misma; o peor aún, negándose a sí misma.

 ¿Qué representa Mujica para la política internacional hoy en día, con sus símbolos de austeridad?

No sé si Mujica llegue a significar tanto para la política internacional como para que ésta siga su ejemplo, sus palabras, sus pensamientos o sus consejos. Mujica es más un ejemplo personal que un ejemplo político. Lo que más se admira de él no es como ha gobernado su país, sino como se ha conducido como persona en el más alto estrato del poder político. Tal vez lo vean más como un pensador que como un político. Claro, tal vez uno de los pocos "pensadores" que llegó a presidente. Y no cualquier presidente, sino uno que llegó a ser presentado a lo largo y ancho del planeta, como el "presidente más pobre del mundo", aspecto que el propio Mujica ha desmentido en un ejercicio retórico e intelectual de lo que es ser pobre o ser rico. Esta asociación de pensador, pobre y presidente no ha de estar en el menú habitual de la cocina política mundial.

No percibo que su austeridad vaya a ser "imitada" por otros líderes, porque requiere la autenticidad del ser frente al parecer. Y francamente no creo que a la política mundial le signifique mucha cosa "vestirse de harapos" y prescindir de lo suntuario que la caracteriza, porque la demagogia política -hasta ahora- funciona igualmente bien de traje y corbata. Sin embargo, creo que ahí está el mérito inimitable de Mujica: él ha desafiado los "símbolos" de la política y el poder para dar el mensaje de que "nadie es más que nadie" y cualquiera puede sentarse en la poltrona presidencial. Pero el mundo no piensa así. Hay diferenciaciones ineludibles y aunque les llamemos "talentos o virtudes" segregan a unos de otros.

¿Mujica se convirtió en una suerte de "marca Uruguay"?

No lo percibo nítidamente en el largo plazo. Mujica es "marca Mujica". Puede surgir un líder carismático y austero en cualquier otro contexto de cualquier otro país y ser igualmente atractivo. No es frecuente, pero hay ejemplos históricos magníficos como el de Gandhi en la India. Ya sé que algunos se revolverán en sus lugares al leer esto, pues Gandhi era un pacifista que nunca tomó un arma para hacer valer sus ideas y Mujica nos tendría que explicar algo al respecto. Pero en el mundo de hoy, la contradicción es la atracción y el peso de una versión sobre otra hace a lo opinable del tema y la persona. Al Uruguay de hoy se le conoce por Mujica, por la liberación de venta y cultivo de marihuana, por el "matrimonio homosexual" y la despenalización del aborto entre otras realizaciones de su gobierno, pero la "impronta Mujica" se destaca por sus discursos sobre la vida, el medio ambiente y las contradicciones de las ideologías con el pragmatismo.

No creo que llegue a ser una "marca" relevante en el mundo actual porque presumo que el planeta está a punto de incurrir en una suerte de "guerra civilizatoria" de proporciones que nos invisibilizará, y no veo claro el papel de Uruguay, que siempre ha vivido del oportunismo coyuntural. Las contradicciones culturales entre Oriente y Occidente, mundo judeocristiano y mundo árabe-musulman, terrorismo y libertad, ocuparán los primeros planos. Habrá crisis demográfica en 10 años y por tanto económica y productiva. Las relaciones de trabajo y los objetos de conocimiento se desplazarán hacia fines prácticos inmediatos y no habrá mucho espacio para pensar o idealizar al estilo Mujica, aun cuando se considerase necesario hacerlo.

 ¿Qué diferencia se puede esperar entre Mujica y la imagen que proyecta Vázquez, tanto a nivel internacional como de la repercusión de Uruguay en la prensa mundial?

Son personajes políticos muy distintos. Las diferencias son -y siempre fueron- notorias. Vazquez es una incógnita en materia de relaciones internacionales. ¿Quién hubiera dicho que tendría una relación con George Bush como la que se insinuó? Haber considerado una ayuda militar de los EEUU ante una crisis con Argentina es poco menos que una provocación al espíritu de Latinoamérica, al menos en estos tiempos de dominio de izquierdas, y eso sucedió. Claro que la conducta política de Argentina estuvo exacerbada y atrevida, pero Mujica supo desarticular ese estado de cosas con su estilo manso y apaisanado. Vázquez es más circunspecto y metódico. Difícilmente se le escape un exabrupto con micrófono abierto a destiempo. Todo va a ser más formal, más críptico y posiblemente aburrido. Esperemos que se confirme la existencia de petróleo y que Mujica siga dando que hablar en foros internacionales, porque de otra manera Uruguay no tendrá mucha trascendencia en el contexto mundial que sigue. En el plano interno sin embargo, vislumbro que Vazquez tendrá que dar algún golpe de timón en algunos temas y tal vez algunas políticas se instrumenten con mayor rigurosidad.